viernes, 30 de septiembre de 2011

SALMO 143,1-11









SALMO 143, I-II
Oración por la victoria y la paz

1Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;


2mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.


3Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?;
¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
4El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.


5Señor, inclina tu cielo y desciende;
toca los montes, y echarán humo;
6fulmina el rayo, y dispérsalos;
dispara tus saetas y desbarátalos.


7Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
8cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.


* * *


9Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
10para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David tu siervo.


Defiéndeme de la espada cruel,
11sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.


12Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.


13Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
14y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.


15Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

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